miércoles, 24 de junio de 2015

ESCRIBIENDO UN FUTURO MEJOR


Desde que comenzara el actual campeonato mundial de Formula 1 han transcurrido ya 100 días. Tres meses desde aquel arranque de temporada. Ocho carreras desde el pistoletazo de salida inaugural en Australia hasta llegar al recién disputado Gran Premio de Austria. En resumen, ha pasado ya un tiempo considerable respecto al desarrollo del campeonato y también de los equipos que lo componen, pero hoy voy a centrarme especialmente en un caso concreto, el del equipo de la fotografía que ilustra el encabezado de este artículo. Por hacer un símil cinematográfico, el curioso caso de McLaren Honda, con la diferencia de que el binomio anglo-nipón no rejuvenece con el paso del tiempo, sino que carrera tras carrera lo que consigue más bien es despertar más incertidumbre y, por qué no decirlo, más dudas.

Obviamente este está siendo un debate muy activo ya desde los test de pre-temporada, donde los de Woking estrenaban su nueva alianza con los japoneses con un lastre preocupante tanto de kilómetros como de pruebas, ya sea aerodinámicas, mecánicas o de otras cuestiones tal vez más incomprensibles para el ciudadano de a pie. El problema es que una vez finalizados los test, comenzado el campeonato mundial y celebrados ya, como decía antes, ocho Grandes Premios con sus correspondientes sesiones de entrenamientos libres y clasificaciones, es innegable e incluso inevitable que el nivel de optimismo y esperanza se vean drásticamente reducidos. Digo esto a nivel personal y basándome en que los resultados, o la fortuna, no han acompañado al susodicho binomio a la hora de dar señales de un futuro más brillante y prometedor, al menos por el momento. Está claro que este es su primer año con esta nueva normativa que tanto está marcando a la categoría reina, además de haberse incorporado a la parrilla con un año de retraso respecto a todos sus competidores. Hasta cierto punto desde luego es comprensible lo que le está pasando al conjunto de Ron Dennis, pero lo que yo me pregunto es dónde está realmente el límite.

Entre mis compañeros de faenas en Formula Paddock, Iker Mesa y Urko Fernández, yo he sido siempre el más optimista, el que más posibilidades les da carrera tras carrera esperando que sigan avanzando, aunque sea a base de pasitos pequeños. Sigo manteniendo la esperanza, seguramente guiado por el corazón, porque la lógica dictaría todo lo contrario, pero he de admitir que tras la carrera disputada en Canadá hace más de dos semanas, a la que McLaren Honda llegaba habiendo utilizado dos tokens en términos de fiabilidad, y el más reciente evento celebrado en Austria, al que llegaban con un nuevo y amplio paquete aerodinámico, mi optimismo se ha venido abajo en gran medida debido a esa falta de desarrollo y resultados. No digo que haya tirado la toalla, ni mucho menos, sino que ahora soy más cauto a la hora de poner el punto de mira en este mítico dúo. Los observo siendo mucho más sensato y, si, más realista. Precisamente en mi artículo anterior, "De vuelta a las andadas", comentaba el curioso hecho de que se enaltecieran tanto los malos como los buenos resultados de la escudería británica, y no quiero sumarme a esa gran masa de aficionados que se echa las manos a la cabeza si algo sale mal o que, por el contrario, enseguida descorcha el champán en cuanto algo sale mínimamente bien, sino que, como acabo de mencionar, prefiero mantener los pies en la tierra y verlo todo desde una posición mas ceñida a la realidad que se vive en los garajes de Fernando Alonso y Jenson Button. Una realidad que, con toda certeza, se aleja considerablemente de la realidad que al tan laureado binomio le gustaría vivir en estos momentos.

Más allá del hecho de que Fernando Alonso defienda ahora los colores de McLaren Honda y que, obviamente, me gustase verle ganar carreras o incluso una tercera corona con ellos, creo que este momento es más que crucial para ambas partes ya que lo que se está construyendo es la base de un proyecto, como ya se ha dicho en innumerables ocasiones, a largo a plazo, y si esos cimientos en los que te sustentas para cosechar posibles éxitos mas adelante no son sólidos, sencillamente será muy difícil escribir un futuro mejor de lo que se puede prever ahora mismo, ciñéndonos a la cruda situación y a la cantidad de problemas que surgen cada fin de semana en los monoplazas de color gris grafito y rojo.

Como suele decirse, y tirando del viejo refranero, el tiempo pone a cada uno en su lugar. Esperemos que solo sea eso, una simple cuestión de tiempo, porque la esperanza es lo último que se pierde.



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