martes, 29 de abril de 2014

2013: TÚ A LONDRES Y YO A MONTMELÓ (1ª Parte)




Esta semana voy a salirme de la línea que he ido siguiendo durante estas últimas semanas. La idea que tengo para lo que escribiré a continuación no incluye críticas hacía ningún equipo o personaje en concreto dentro del peculiar Paddock de la Formula 1. No voy a hacer un análisis sobre lo que ha acontecido en la última carrera. No voy a dar mi opinión sobre lo que fue o lo que podría haber sido. No. Hoy voy a retroceder un año en el tiempo, 356 días para ser exactos. Hoy voy a abrir el baúl de los recuerdos para compartir la que para mí fue una experiencia totalmente inolvidable, la primera vez que pisé un circuito de Formula 1 para vivir un Gran Premio en directo, desde la grada, con el ruido de los motores V8 haciéndome vibrar por dentro. Algo que todo aficionado a la máxima categoría debería sentir al menos una vez en su vida. Fue el Gran Premio de España de 2013, en Montmeló. Con motivo de la llegada de la F1 a Europa dentro de 10 días para que vuelvan a rodar los monoplazas sobre el asfalto del Circuit de Catalunya, en Formula Paddock vamos a vestirnos de gala para celebrar el Gran Premio de casa. Desde la visita oficial al Pit Lane del Jueves hasta la bandera de cuadros de la carrera del Domingo. Mi propia historia, la historia de un gran aficionado, como suele decirse, en su salsa. Dividida en dos partes, en las cuales contaré mi experiencia durante los cuatro días en los que la Formula 1 se dió cita en Barcelona. Espero que os guste.

El Miércoles 8 de Mayo del 2013 comenzó la travesía. Mi padre y yo hicimos las maletas el día anterior y salimos desde Bilbao ya entrada la tarde. Mi maleta era monocromática, todas las prendas que había elegido deliberadamente para el evento lucían el color rojo. Auriculares protectores, camisetas, polos, sudaderas, chaquetas, gorras, banderas y un largo etcétera. No podían faltar las cámaras de fotos y vídeo y un sinfín de complementos y accesorios para decorar el que prometía ser un fin de semana cuando menos emocionante. Cogimos el coche y nos pusimos rumbo a Sant Celoni, una pequeña ciudad situada a unos 30 kilómetros del circuito de Montmeló y donde se encontraba el modesto hostal en el que nos ibamos a alojar durante nuestra estancia en Barcelona. El viaje se hizo largo. Me sentía como un niño que quiere acostarse lo antes posible en la noche de Reyes deseando que las horas pasen rápido para abrir los regalos. Llegamos pasada la medianoche, era hora de dormir y recargar fuerzas para el día siguiente. Empezaba lo bueno.

Jueves 9 de Mayo, 2013. Nuestras entradas nos daban acceso al circuito todos los días desde el Jueves al Domingo. Para el Jueves había programada una visita al Pit Lane para los aficionados por la mañana y un acto de firma de autógrafos de los pilotos por la tarde. Los despertadores sonaron temprano, desayunamos en el bar del hostal y cogimos el coche para dirigirnos al Circuit por primera vez. Yo no cabía dentro de mí. La visita al Pit Lane comenzaba a las diez de la mañana, y unos minutos antes ya estábamos haciendo cola para entrar a la instalaciones que rodean al circuito. Entramos, y mi primera impresión fue que desde la televisión de mi casa todo se veía muy pequeño. La anchura del asfalto, la amplitud de las escapatorias de grava, los pianos, las gradas, todo era increíble viviéndolo en primera persona. El primer coche al que vimos rodar, trazando la última curva del circuito y encarando la recta de meta a toda velocidad, fue el Safety Car. El sonido de aquel Mercedes-Benz SLS AMG GT con motor V8 de 591 caballos ya nos dejo atónitos, y sabíamos que aquello no era nada en comparación a lo que aún nos esperaba al día siguiente. Comenzó la visita, teníamos hasta las doce para movernos a través del Pit Lane, desde la incorporación al circuito por donde los coches salen a pista durante cualquier sesión hasta la entrada a ese mágico mundo que no está al alcance de todos, el Paddock. Ese era el límite que nos marcaban nuestras entradas. Nada más comenzar la visita nos encontramos con Antonio Lobato y Jacobo Vega, entre otros, que se encontraban en la recta de meta grabando un pequeño reportaje para su previo del Domingo. Yo aproveché la ocasión y le pedí a Jacobo Vega que se hiciera una foto conmigo. Detrás de mí otra gran cantidad de aficionados le pidió exactamente lo mismo. Lobato no estaba a nuestro alcance. Cuando estábamos caminando ya frente a los garajes me sorprendió el sonido de las pistolas con las que aprietan las tuercas de los neumáticos, o la cantidad de decibelios que desprendían los coches cuando los mecánicos revolucionaban los motores. Ese ruido me ensordecía y me sacaba una sonrisa a la vez. Tener los coches a unos pocos metros de distancia, ver los alerones, el movimiento y la actividad de la calle de boxes con una enorme cantidad de mecánicos trabajando en todos los equipos. Me encantaba. En una de nuestras idas y venidas vimos también a Nira Juanco entrevistando a Lewis Hamilton frente a su garaje. Otro fragmento del programa previo que precede la emisión de la carrera. El público se amontonaba ante las barreras. Aprovechamos las dos horas al máximo, no hubo ni un metro de Pit Lane al que tuviéramos acceso que nos dejáramos sin visitar. Finalizó el evento matinal y salimos a dar una vuelta alrededor del circuito, había mucho por ver y teníamos hasta las cuatro de la tarde para movernos libremente por las instalaciones que circunvalan el circuito. Tiendas, bares, restaurantes de comida rápida y zonas verdes en las que podías sentarte a la sombra a comerte un bocadillo o lo que fuera que tuvieras en la mochila, entre otras muchas cosas. Aproximadamente a las tres, después de haber comido tranquilamente en el aparcamiento que nos correspondía, nos pusimos en la entrada que daba acceso de nuevo al Pit Lane. Nuestra idea era ir con una hora de antelación a la visita vespertina que incluía la firma de autógrafos de los pilotos para intentar conseguir un buen lugar en las vallas que delimitan el recorrido para los visitantes. Se notaba a leguas que éramos nuevos. Cuando llegamos la longitud de la cola ya era más que considerable, y la cantidad de gente que cada vez se iba sumando abrumadora. Cuando abrieron las puertas la avalancha también se abrió paso, había muchísimo más público del que había asistido por la mañana. Este fue para mi el peor momento del fin de semana. Bastante bochornoso e incluso me atrevería a decir que lamentable. La masa de gente impedía ni siquiera moverse un centímetro, era agobiante. Había un reducido número de personas a los que no les importaba perder la dignidad, la vergüenza o los escrúpulos por conseguir una vista mejor, por ínfima que fuera. La calle de boxes era como una finísima arteria totalmente colapsada y, para colmo, cerrada por sus dos extremos. Estaba terminantemente prohibido saltar las vallas y acceder a la recta principal del circuito, pero era cuestión de tiempo que la arteria se rompiese. Los escasos miembros de seguridad que vigilaban dichas barreras no podían contener a la marabunta. Los aficionados empezamos a invadir la parrilla de salida, la zona en la que los pilotos detienen sus monoplazas frente al semáforo justo antes de que arranque el Gran Premio, y todos pensamos lo mismo. Se hacían improvisadas colas para inmortalizar el momento sobre la Pole Position. Se reunían numerosos grupos de personas bajo el semáforo de meta, cada uno mirando hacía una cámara diferente. Obviamente es otro lugar al que al aficionado le gusta pisar, y aunque estaba curiosamente prohibido estar allí la mala organización del evento nos permitió hacerlo. El susodicho finalizó a las siete y entonces decidimos volver al hostal. Había que descansar para estar de nuevo al cien por cien al día siguiente. Por fin íbamos a ver a los monoplazas rodando sobre el asfalto de Montmeló.


Viernes 10 de Mayo, 2013. La lluvia nos acompañaba al despertar. El clima no era tan agradable como el día anterior, pero nada podía empañar el primer día de entrenamientos libres que comenzaban a las diez de la mañana y que íbamos a presenciar en persona. Casualmente el día anterior me había dado el capricho de gastarme 160 euros en un chubasquero del merchandising oficial de la Scuderia Ferrari, réplica de la ropa del equipo de aquel año. Un día es un día. Desayunamos y nos fuimos directos al circuito. El Viernes se le permite al público ubicarse donde le apetezca, ya que no está obligado a sentarse en los asientos marcados en su entrada. Las nuestras nos situaban en la tribuna B, frente a la curva 12 y con una amplía visión de las últimas curvas del trazado catalán, pero decidimos tomar asiento en la tribuna principal. Queríamos ver la actividad en los garajes y a los coches pasando, aunque fuera durante un suspiro, por delante de nosotros a muy pocos metros. Llegando a la tribuna principal observé una enorme pantalla al otro lado de la pista y vi que Hamilton se acercaba a donde estábamos nosotros, le dije a mi padre que detuviera el paso y nos quedamos esperando que el coche llegara. Lewis pasaba por la última chicane, mi cámara de vídeo estaba preparada, y por fin vimos al inglés en su bala plateada trazando la última curva. En ese momento no teníamos ningún tipo de protección para los oídos, y el piloto ni siquiera rodaba a gran velocidad, pero el sonido estremecedor que se hacía más intenso conforme el coche se acercaba hizo que se me erizaran hasta los pelos de la nariz. Fue increíble. La primera vez que escuché un Formula 1 a oído descubierto superó mis expectativas. Era como un niño con barra libre en un Toys'R'Us. Nos colocamos justo enfrente de los garajes de Red Bull y Ferrari. Podíamos ver todo el trabajo y el movimiento que había en los boxes. A lo lejos veíamos a Nira Juanco y Marc Gené, haciendo sus habituales intervenciones durante la emisión de los entrenamientos libres por televisión. No había tiempo para aburrirse, ni mucho menos. La primera sesión de pruebas finalizó con Fernando Alonso al frente de la tabla de tiempos en una mañana fría y lluviosa, por delante de su ex-compañero en la Scuderia, Felipe Massa. Mi padre y yo bromeábamos con que aquello seguramente sería premonitorio de lo que veríamos el Domingo. El fin de semana había empezado bien. Aquel día nos dedicamos a observar las diferentes sesiones tanto de Formula 1 como de GP2 desde múltiples gradas y asientos, aprovechando la libertad que nos daba la organización del evento. Durante los entrenamientos libres de la GP2 nos ubicamos en la tribuna F, justo en la frenada y entrada de la curva 1, y entonces hubo otro detalle que me impresionó, el chillido de las ruedas cuando los pilotos bloqueaban los frenos al entrar en la curva. Por televisión no parecía haber ningún sonido durante los bloqueos de frenos, el ruido del motor eclipsa el resto de sonidos, pero en el circuito y prácticamente a pie de pista se apreciaba perfectamente. Era un chillido agudo, estridente, realmente impactaba. Ahora con los actuales motores V6 nos hemos acostumbrado a escuchar dichos bloqueos. Otro sonido que me sorprendió porque en televisión no llegaba a apreciarse era el ruido que generaban los coches al pasar por encima de los pianos. Se escuchaba a muchísima distancia, un sonido grave y entrecortado. Pequeños detalles que íbamos descubriendo y hacían de nuestro viaje una experiencia sencillamente sublime. Para la segunda sesión de entrenamientos libres decidimos ubicarnos en la Pelousse que se encuentra justo antes de la curva 10. Daba igual desde donde la mirásemos, La F1 nos atrapaba tanto sentados en la hierba como desde cualquiera de los asientos en las diferentes gradas. A las tres y media de la tarde finalizaron los Libres 2 y decidimos volver a nuestro hostal. Al igual que el día anterior íbamos a necesitar descansar y recuperar energías, y así lo hicimos. Se acercaba el Sábado, el primer día grande. Tan solo unas cuantas horas nos separaban de la primera clasificación que íbamos a vivir desde nuestros asientos en la tribuna B.


Aquí concluye la primera parte de nuestro viaje, la primera mitad de la grandísima experiencia que vivimos en el Gran Premio de España del año 2013, y hasta el momento el sabor de boca que el Circuit de Catalunya nos había dejado era realmente exquisito. Pero aún nos esperaba lo mejor. Dentro de una semana continuaremos desde donde lo hemos dejado hoy y pondremos el punto final a esta historia con la segunda y última parte de nuestra travesía. ¿Podréis esperar?


Eder Vega
Formula Paddock
29/04/2014


miércoles, 16 de abril de 2014

EL MISMO PERRO CON DISTINTO COLLAR



Ya ha pasado más de una semana desde que se celebrara el Gran Premio de Bahrain en Sakhir y aún quedan unos pocos días hasta que se dispute la cuarta cita del calendario en Shanghai. Uno podría pensar que durante estos días sin Formula 1 el gran circo podría estar más tranquilo y relajado, más ausente, pero nada más lejos de la realidad. Está claro que la categoría reina no se vive tan solo los Domingos, y estos últimos días hemos podido ver como la bochornosa y lamentable actuación de los dos monoplazas de Ferrari en este inicio de temporada se ha cobrado su primera víctima. Sin olvidar que la FIA ya ha hecho pública la decisión respecto a la apelación presentada por Red Bull en contra de la descalificación que sufrió Daniel Ricciardo en el Gran Premio de Australia hace ya 30 días. Como ya dije en su momento, el podio más largo del mundo. Un podio que finalmente, y para desgracia de Ricciardo, no lo ha sido.

Llevaba muchos años, demasiados, pensando que Ferrari estaba sufriendo algún tipo de ceguera, una irremediable invidencia que les impedía ver aquello que al menos yo creía que era el verdadero problema del Cavallino Rampante. Dos problemas para ser exactos. Su presidente, Luca Di Montezemolo, y su director deportivo en los circuitos, Stefano Domenicali. El pasado Lunes todos los medios de comunicación del deporte se hacían eco del terremoto que había sacudido a la Scuderia, Stefano Domenicali había presentado su dimisión como jefe del equipo. Ya era hora. La verdad es que a mi no me sorprendió la noticia en absoluto. No digo que me la esperase, pero si en algún momento Ferrari recuperaba la visión, o al menos parte de ella, era obvio que este hombre no iba a seguir mucho más tiempo en su cargo. En los seis años que Domenicali ha dirigido las riendas del Cavallino no ha conseguido llevar a ninguno de sus pilotos hasta el ansiado título mundial y tan solo ha logrado ganar el campeonato de constructores en una ocasión. Fue en el 2008, el mismo año en que Lewis Hamilton se coronó por primera vez. Personalmente creo que deberían haber prescindido de sus servicios hace ya al menos tres años. Oficialmente se dice que Stefano Domenicali ha dimitido, pero lo que yo pienso, o tal vez es que tan solo quiero pensarlo, es que le han obligado a dimitir, que le han dado la opción de irse con la cabeza alta, o todo lo alta que pueda llevarla de cara al público, para no humillarle echándolo por la puerta de atrás, como a un perro. Todo parecía indicar que Ferrari se estaba recuperando de esa terrible ceguera, que estaban intentando reaccionar para salir del bache. Pero por lo visto todo podría quedarse en una ilusión, en un simple amago, porque al mismo tiempo en que Domenicali se desligaba de Ferrari con efecto inmediato se anunciaba el que iba a ser su sustituto también de manera inmediata, el prestigioso empresario Marco Mattiacci. El responsable de la marca italiana en Norteamérica, el hombre que en 2012 recibió el premio de la industria automovilística por ser el ejecutivo del año, la persona que en 2013 consiguió el récord de ventas para la compañia. ¿Este es el tipo de curriculum necesario para ser jefe de equipo en la Scuderia Ferrari?

Digo que todo podría quedarse en una mera ilusión porque la decisión de Ferrari a la hora de buscar un sustituto adecuado para Stefano Domenicali no me parece la más acertada, al menos a priori. No soy ningún experto en Formula 1, y ya lo he dicho en varias ocasiones, pero no me parece muy inteligente pensar que alguien que no tiene ninguna experiencia en Formula 1, que nunca ha estado en los circuitos durante un Gran Premio y que nunca ha tenido que tomar decisiones bajo esa tensión mediática que se vive cada fin de semana vaya a ser el salvador que esperaban y quien por fin le de un vuelco a la situación que vive el equipo actualmente y que arrastra desde hace ya varios años. Será un grandísimo empresario y habrá conseguido muchísimos logros en su campo, pero creo que la Formula 1 a este hombre le queda grande y que sencillamente está fuera de lugar. Se rumorea que el camino de Marco Mattiacci por la Scuderia será breve y que tan solo es el paso intermedio antes de la llegada definitiva de Ross Brawn, ausente en la Formula 1 desde su marcha del equipo Mercedes. Obviamente solo es un rumor de tantos que circulan por el Paddock, pero si fuese verdad realmente indicaría que Ferrari al fin estaría intentando salir del agujero en el que se encuentra y que de verdad estaría recuperando la visión. De no ser así, y espero equivocarme, podría ser peor el remedio que la enfermedad, o como suele decirse, el mismo perro pero con distinto collar. Veremos como se adapta el empresario a su nuevo entorno en las próximas carreras, empezando por el Gran Premio de China que se disputa este fin de semana en Shanghai.

Respecto a la decisión de la FIA por la apelación de Red Bull, sinceramente, hay poco que decir. El Martes se celebró la vista en Paris y ayer se hizo pública la decisión, en la que finalmente la FIA se ratifica y mantiene la descalificación de Daniel Ricciardo, privándole del segundo puesto y sus respectivos 18 puntos conseguidos en el Gran Premio de Australia. Era de esperar que esto acabase así, de lo contrario creo que la polémica que ello arrastraría hubiera sido abrumadora. Mi pregunta es si tras la decisión de la FIA en contra de Red Bull estos cumplirán su amenaza y abandonarán la Formula 1 como ya advirtió Dietrich Mateschitz en su momento o si agacharán las orejas y respetarán la decisión tomada. No hace falta que diga nada, es más que obvio. Nadie se creyó aquello de que "hoy en día no hay nada que nos ate a la Formula 1". Está claro porque a este deporte se le conoce como el gran circo.


Eder Vega
Fomula Paddock
16/04/2014


martes, 8 de abril de 2014

ESPEJISMO EN EL DESIERTO



Tras haberse disputado el tercer Gran Premio de la temporada 2014 de Formula 1 en Sakhir, curiosamente bajo luces artificiales cuando intentan vendernos una competición más ecológica y eficiente, he de decir honestamente, y contradiciendo a un grandísimo número de espectadores y aficionados, que tal vez la carrera fuera más entretenida y emocionante que sus dos predecesoras, vale, lo admito. Pero lo que no puedo admitir, ni muchísimo menos, es que la susodicha fuera la mejor carrera de los últimos años, "el mejor carrerón en muchísimo tiempo" como he llegado a leer en cierta red social. Creo que una serie de circunstancias llevadas al extremo ha llevado a muchos de los aficionados, y lo escribo sin ningún ánimo de ofender absolutamente a nadie, a confundirse en cierta medida y creer que lo del pasado Domingo fue la carrera del siglo. Yo, personalmente, no estoy de acuerdo.

Como ya he dicho unas pocas líneas antes me parece curioso hasta el punto de llegar a ser absurdo que para celebrar la décima edición del Gran Premio de Bahrain, a la vez que el Gran Premio número 900 en la historia de la Formula 1 y el Gran Premio número 250 para Jenson Button, decidan que la carrera transcurra en horario nocturno y se incorpore un sistema de iluminación muy similar al del circuito de Yas Marina, en Abu Dhabi. En un año en el que pretenden cambiar el concepto de Formula 1 a una competición más ecológica y de menor consumo creo que se han lucido, lo de Sakhir tenía pinta de ser de lo más ecológico, por no hablar de los elevadísimos costes que habrá acarreado, en fin, la magia del gran circo. Poco después de que se apagara el semáforo y arrancasen los monoplazas vimos como Lewis Hamilton le arrebataba la primera posición a su compañero, Nico Rosberg. Los dos Mercedes tenían su propia lucha, competían en otra categoría. Detrás de ellos había bastantes batallas, sobre todo entre compañeros de equipo, pero ni siquiera se inmutaron, y digo esto porque fueron abriendo hueco rotunda y progresivamente hasta el punto en que en la vuelta 37 ya disfrutaban de una comodísima ventaja de 54 segundos con su perseguidor más cercano, que en ese momento era Valtteri Bottas con su Williams. También me pareció curioso el hecho de que gran parte de las acometidas que vimos en pista tuvieran lugar, como ya he dicho, entre compañeros de garaje. Daba la impresión de que había tanta desigualdad entre equipos que a fin de cuentas los pilotos solo podían medirse contra aquellos que llevaban su mismo coche. Al menos es lo que me pareció a mi. Los Mercedes reafirmaron su posición en el Mundial demostrando una superioridad abrumadora para el resto, incluso con un Safety Car que los agrupó a todos a tan solo once vueltas de la bandera de cuadros. Hamilton y Rosberg cruzaron la línea de meta a un segundo el uno del otro, pero a 24 segundos de Sergio Pérez, que consiguió llevar su Force India hasta el tercer escalón del podio de Sakhir.

Pero ahora voy más allá de lo que se vivió en el asfalto para introducirme de lleno en el garaje de la mítica Ferrari. Los monoplazas rojos sufrieron lo insufrible para mantener o ganar posiciones en pista, algo que apenas consiguieron en ambos casos. Era obvio que eso a su presidente le escocía, y mucho. Después de solo cinco vueltas su cara ya era algo más que un poema, y aún faltaban 52 por completarse. Aquello era como una reunión de pastores, con Luca Di Montezemolo, Piero Ferrari, Emilio Botín y Maurizio Arrivabene, entre otros. Todos presenciaban a través de las pantallas la agonía que estaban protagonizando Fernando Alonso y Kimi Räikkönen en pista. Un espectáculo un tanto bochornoso ante el que casi todos ellos aguantaron el tipo. Casi todos porque solo uno decidió agachar las orejas y marcharse por la puerta de atrás cuando aún quedaban once vueltas para la bandera de cuadros, sin hacer ruido e intentando pasar desapercibido, con el rabo entre las piernas. Precisamente la persona que debería haber aguantado ahí hasta el final fue la que pensó que seguir allí un minuto más no tenía ningún sentido, debido al gran sufrimiento que le causaba ver a sus coches luchando apenas por puntuar, como el mismo ha reconocido. El gran Luca Cordero Di Montezemolo decidió abandonar el circuito de Sakhir como un cobarde en lugar de afrontar los hechos y hacer lo que fuera necesario tras la carrera, en privado, solos el y su equipo. Una muestra más de lo poco que hace este personaje por la Scuderia. Lamentable fue la actuación de los dos monoplazas de Ferrari durante la carrera, pero aún más lamentable fue la actuación de alguien que debía haber estado a la altura de las circunstancias y no lo hizo, no quiso hacerlo, su admirado presidente. No entiendo como este hombre puede seguir ejerciendo su cargo después de mostrar tal falta de respeto hacía todos sus empleados, toda su gente, su "familia", como ha afirmado anteriormente en varias ocasiones.

Estoy de acuerdo en que el Gran Premio de Bahrain fue más entretenido que los anteriores, aunque tampoco hacía falta mucho para lograrlo. Pero la impresión que yo tengo realmente es que ha habido tan poca acción y emoción en pista en los dos primeros Grandes Premios del mundial que al vivir una carrera como la del pasado Domingo los aficionados lo han maximizado, exagerándolo hasta el punto de decir que había sido la mejor carrera de los últimos años. Yo personalmente no coincido para nada. Ojalá sea verdad y vuelva a vivirse algo parecido en China dentro de apenas dos semanas, pero mi humilde opinión es que lo que vimos en Sakhir no fue más que otro desafortunado espejismo en el desierto.


Eder Vega
Formula Paddock
08/04/2014