Esta semana voy a salirme de la línea que he ido siguiendo durante estas últimas semanas. La idea que tengo para lo que escribiré a continuación no incluye críticas hacía ningún equipo o personaje en concreto dentro del peculiar Paddock de la Formula 1. No voy a hacer un análisis sobre lo que ha acontecido en la última carrera. No voy a dar mi opinión sobre lo que fue o lo que podría haber sido. No. Hoy voy a retroceder un año en el tiempo, 356 días para ser exactos. Hoy voy a abrir el baúl de los recuerdos para compartir la que para mí fue una experiencia totalmente inolvidable, la primera vez que pisé un circuito de Formula 1 para vivir un Gran Premio en directo, desde la grada, con el ruido de los motores V8 haciéndome vibrar por dentro. Algo que todo aficionado a la máxima categoría debería sentir al menos una vez en su vida. Fue el Gran Premio de España de 2013, en Montmeló. Con motivo de la llegada de la F1 a Europa dentro de 10 días para que vuelvan a rodar los monoplazas sobre el asfalto del Circuit de Catalunya, en Formula Paddock vamos a vestirnos de gala para celebrar el Gran Premio de casa. Desde la visita oficial al Pit Lane del Jueves hasta la bandera de cuadros de la carrera del Domingo. Mi propia historia, la historia de un gran aficionado, como suele decirse, en su salsa. Dividida en dos partes, en las cuales contaré mi experiencia durante los cuatro días en los que la Formula 1 se dió cita en Barcelona. Espero que os guste.
El Miércoles 8 de Mayo del 2013 comenzó la travesía. Mi padre y yo hicimos las maletas el día anterior y salimos desde Bilbao ya entrada la tarde. Mi maleta era monocromática, todas las prendas que había elegido deliberadamente para el evento lucían el color rojo. Auriculares protectores, camisetas, polos, sudaderas, chaquetas, gorras, banderas y un largo etcétera. No podían faltar las cámaras de fotos y vídeo y un sinfín de complementos y accesorios para decorar el que prometía ser un fin de semana cuando menos emocionante. Cogimos el coche y nos pusimos rumbo a Sant Celoni, una pequeña ciudad situada a unos 30 kilómetros del circuito de Montmeló y donde se encontraba el modesto hostal en el que nos ibamos a alojar durante nuestra estancia en Barcelona. El viaje se hizo largo. Me sentía como un niño que quiere acostarse lo antes posible en la noche de Reyes deseando que las horas pasen rápido para abrir los regalos. Llegamos pasada la medianoche, era hora de dormir y recargar fuerzas para el día siguiente. Empezaba lo bueno.
Jueves 9 de Mayo, 2013. Nuestras entradas nos daban acceso al circuito todos los días desde el Jueves al Domingo. Para el Jueves había programada una visita al Pit Lane para los aficionados por la mañana y un acto de firma de autógrafos de los pilotos por la tarde. Los despertadores sonaron temprano, desayunamos en el bar del hostal y cogimos el coche para dirigirnos al Circuit por primera vez. Yo no cabía dentro de mí. La visita al Pit Lane comenzaba a las diez de la mañana, y unos minutos antes ya estábamos haciendo cola para entrar a la instalaciones que rodean al circuito. Entramos, y mi primera impresión fue que desde la televisión de mi casa todo se veía muy pequeño. La anchura del asfalto, la amplitud de las escapatorias de grava, los pianos, las gradas, todo era increíble viviéndolo en primera persona. El primer coche al que vimos rodar, trazando la última curva del circuito y encarando la recta de meta a toda velocidad, fue el Safety Car. El sonido de aquel Mercedes-Benz SLS AMG GT con motor V8 de 591 caballos ya nos dejo atónitos, y sabíamos que aquello no era nada en comparación a lo que aún nos esperaba al día siguiente. Comenzó la visita, teníamos hasta las doce para movernos a través del Pit Lane, desde la incorporación al circuito por donde los coches salen a pista durante cualquier sesión hasta la entrada a ese mágico mundo que no está al alcance de todos, el Paddock. Ese era el límite que nos marcaban nuestras entradas. Nada más comenzar la visita nos encontramos con Antonio Lobato y Jacobo Vega, entre otros, que se encontraban en la recta de meta grabando un pequeño reportaje para su previo del Domingo. Yo aproveché la ocasión y le pedí a Jacobo Vega que se hiciera una foto conmigo. Detrás de mí otra gran cantidad de aficionados le pidió exactamente lo mismo. Lobato no estaba a nuestro alcance. Cuando estábamos caminando ya frente a los garajes me sorprendió el sonido de las pistolas con las que aprietan las tuercas de los neumáticos, o la cantidad de decibelios que desprendían los coches cuando los mecánicos revolucionaban los motores. Ese ruido me ensordecía y me sacaba una sonrisa a la vez. Tener los coches a unos pocos metros de distancia, ver los alerones, el movimiento y la actividad de la calle de boxes con una enorme cantidad de mecánicos trabajando en todos los equipos. Me encantaba. En una de nuestras idas y venidas vimos también a Nira Juanco entrevistando a Lewis Hamilton frente a su garaje. Otro fragmento del programa previo que precede la emisión de la carrera. El público se amontonaba ante las barreras. Aprovechamos las dos horas al máximo, no hubo ni un metro de Pit Lane al que tuviéramos acceso que nos dejáramos sin visitar. Finalizó el evento matinal y salimos a dar una vuelta alrededor del circuito, había mucho por ver y teníamos hasta las cuatro de la tarde para movernos libremente por las instalaciones que circunvalan el circuito. Tiendas, bares, restaurantes de comida rápida y zonas verdes en las que podías sentarte a la sombra a comerte un bocadillo o lo que fuera que tuvieras en la mochila, entre otras muchas cosas. Aproximadamente a las tres, después de haber comido tranquilamente en el aparcamiento que nos correspondía, nos pusimos en la entrada que daba acceso de nuevo al Pit Lane. Nuestra idea era ir con una hora de antelación a la visita vespertina que incluía la firma de autógrafos de los pilotos para intentar conseguir un buen lugar en las vallas que delimitan el recorrido para los visitantes. Se notaba a leguas que éramos nuevos. Cuando llegamos la longitud de la cola ya era más que considerable, y la cantidad de gente que cada vez se iba sumando abrumadora. Cuando abrieron las puertas la avalancha también se abrió paso, había muchísimo más público del que había asistido por la mañana. Este fue para mi el peor momento del fin de semana. Bastante bochornoso e incluso me atrevería a decir que lamentable. La masa de gente impedía ni siquiera moverse un centímetro, era agobiante. Había un reducido número de personas a los que no les importaba perder la dignidad, la vergüenza o los escrúpulos por conseguir una vista mejor, por ínfima que fuera. La calle de boxes era como una finísima arteria totalmente colapsada y, para colmo, cerrada por sus dos extremos. Estaba terminantemente prohibido saltar las vallas y acceder a la recta principal del circuito, pero era cuestión de tiempo que la arteria se rompiese. Los escasos miembros de seguridad que vigilaban dichas barreras no podían contener a la marabunta. Los aficionados empezamos a invadir la parrilla de salida, la zona en la que los pilotos detienen sus monoplazas frente al semáforo justo antes de que arranque el Gran Premio, y todos pensamos lo mismo. Se hacían improvisadas colas para inmortalizar el momento sobre la Pole Position. Se reunían numerosos grupos de personas bajo el semáforo de meta, cada uno mirando hacía una cámara diferente. Obviamente es otro lugar al que al aficionado le gusta pisar, y aunque estaba curiosamente prohibido estar allí la mala organización del evento nos permitió hacerlo. El susodicho finalizó a las siete y entonces decidimos volver al hostal. Había que descansar para estar de nuevo al cien por cien al día siguiente. Por fin íbamos a ver a los monoplazas rodando sobre el asfalto de Montmeló.
Viernes 10 de Mayo, 2013. La lluvia nos acompañaba al despertar. El clima no era tan agradable como el día anterior, pero nada podía empañar el primer día de entrenamientos libres que comenzaban a las diez de la mañana y que íbamos a presenciar en persona. Casualmente el día anterior me había dado el capricho de gastarme 160 euros en un chubasquero del merchandising oficial de la Scuderia Ferrari, réplica de la ropa del equipo de aquel año. Un día es un día. Desayunamos y nos fuimos directos al circuito. El Viernes se le permite al público ubicarse donde le apetezca, ya que no está obligado a sentarse en los asientos marcados en su entrada. Las nuestras nos situaban en la tribuna B, frente a la curva 12 y con una amplía visión de las últimas curvas del trazado catalán, pero decidimos tomar asiento en la tribuna principal. Queríamos ver la actividad en los garajes y a los coches pasando, aunque fuera durante un suspiro, por delante de nosotros a muy pocos metros. Llegando a la tribuna principal observé una enorme pantalla al otro lado de la pista y vi que Hamilton se acercaba a donde estábamos nosotros, le dije a mi padre que detuviera el paso y nos quedamos esperando que el coche llegara. Lewis pasaba por la última chicane, mi cámara de vídeo estaba preparada, y por fin vimos al inglés en su bala plateada trazando la última curva. En ese momento no teníamos ningún tipo de protección para los oídos, y el piloto ni siquiera rodaba a gran velocidad, pero el sonido estremecedor que se hacía más intenso conforme el coche se acercaba hizo que se me erizaran hasta los pelos de la nariz. Fue increíble. La primera vez que escuché un Formula 1 a oído descubierto superó mis expectativas. Era como un niño con barra libre en un Toys'R'Us. Nos colocamos justo enfrente de los garajes de Red Bull y Ferrari. Podíamos ver todo el trabajo y el movimiento que había en los boxes. A lo lejos veíamos a Nira Juanco y Marc Gené, haciendo sus habituales intervenciones durante la emisión de los entrenamientos libres por televisión. No había tiempo para aburrirse, ni mucho menos. La primera sesión de pruebas finalizó con Fernando Alonso al frente de la tabla de tiempos en una mañana fría y lluviosa, por delante de su ex-compañero en la Scuderia, Felipe Massa. Mi padre y yo bromeábamos con que aquello seguramente sería premonitorio de lo que veríamos el Domingo. El fin de semana había empezado bien. Aquel día nos dedicamos a observar las diferentes sesiones tanto de Formula 1 como de GP2 desde múltiples gradas y asientos, aprovechando la libertad que nos daba la organización del evento. Durante los entrenamientos libres de la GP2 nos ubicamos en la tribuna F, justo en la frenada y entrada de la curva 1, y entonces hubo otro detalle que me impresionó, el chillido de las ruedas cuando los pilotos bloqueaban los frenos al entrar en la curva. Por televisión no parecía haber ningún sonido durante los bloqueos de frenos, el ruido del motor eclipsa el resto de sonidos, pero en el circuito y prácticamente a pie de pista se apreciaba perfectamente. Era un chillido agudo, estridente, realmente impactaba. Ahora con los actuales motores V6 nos hemos acostumbrado a escuchar dichos bloqueos. Otro sonido que me sorprendió porque en televisión no llegaba a apreciarse era el ruido que generaban los coches al pasar por encima de los pianos. Se escuchaba a muchísima distancia, un sonido grave y entrecortado. Pequeños detalles que íbamos descubriendo y hacían de nuestro viaje una experiencia sencillamente sublime. Para la segunda sesión de entrenamientos libres decidimos ubicarnos en la Pelousse que se encuentra justo antes de la curva 10. Daba igual desde donde la mirásemos, La F1 nos atrapaba tanto sentados en la hierba como desde cualquiera de los asientos en las diferentes gradas. A las tres y media de la tarde finalizaron los Libres 2 y decidimos volver a nuestro hostal. Al igual que el día anterior íbamos a necesitar descansar y recuperar energías, y así lo hicimos. Se acercaba el Sábado, el primer día grande. Tan solo unas cuantas horas nos separaban de la primera clasificación que íbamos a vivir desde nuestros asientos en la tribuna B.
Aquí concluye la primera parte de nuestro viaje, la primera mitad de la grandísima experiencia que vivimos en el Gran Premio de España del año 2013, y hasta el momento el sabor de boca que el Circuit de Catalunya nos había dejado era realmente exquisito. Pero aún nos esperaba lo mejor. Dentro de una semana continuaremos desde donde lo hemos dejado hoy y pondremos el punto final a esta historia con la segunda y última parte de nuestra travesía. ¿Podréis esperar?
Eder Vega
Formula Paddock
29/04/2014