martes, 8 de abril de 2014

ESPEJISMO EN EL DESIERTO



Tras haberse disputado el tercer Gran Premio de la temporada 2014 de Formula 1 en Sakhir, curiosamente bajo luces artificiales cuando intentan vendernos una competición más ecológica y eficiente, he de decir honestamente, y contradiciendo a un grandísimo número de espectadores y aficionados, que tal vez la carrera fuera más entretenida y emocionante que sus dos predecesoras, vale, lo admito. Pero lo que no puedo admitir, ni muchísimo menos, es que la susodicha fuera la mejor carrera de los últimos años, "el mejor carrerón en muchísimo tiempo" como he llegado a leer en cierta red social. Creo que una serie de circunstancias llevadas al extremo ha llevado a muchos de los aficionados, y lo escribo sin ningún ánimo de ofender absolutamente a nadie, a confundirse en cierta medida y creer que lo del pasado Domingo fue la carrera del siglo. Yo, personalmente, no estoy de acuerdo.

Como ya he dicho unas pocas líneas antes me parece curioso hasta el punto de llegar a ser absurdo que para celebrar la décima edición del Gran Premio de Bahrain, a la vez que el Gran Premio número 900 en la historia de la Formula 1 y el Gran Premio número 250 para Jenson Button, decidan que la carrera transcurra en horario nocturno y se incorpore un sistema de iluminación muy similar al del circuito de Yas Marina, en Abu Dhabi. En un año en el que pretenden cambiar el concepto de Formula 1 a una competición más ecológica y de menor consumo creo que se han lucido, lo de Sakhir tenía pinta de ser de lo más ecológico, por no hablar de los elevadísimos costes que habrá acarreado, en fin, la magia del gran circo. Poco después de que se apagara el semáforo y arrancasen los monoplazas vimos como Lewis Hamilton le arrebataba la primera posición a su compañero, Nico Rosberg. Los dos Mercedes tenían su propia lucha, competían en otra categoría. Detrás de ellos había bastantes batallas, sobre todo entre compañeros de equipo, pero ni siquiera se inmutaron, y digo esto porque fueron abriendo hueco rotunda y progresivamente hasta el punto en que en la vuelta 37 ya disfrutaban de una comodísima ventaja de 54 segundos con su perseguidor más cercano, que en ese momento era Valtteri Bottas con su Williams. También me pareció curioso el hecho de que gran parte de las acometidas que vimos en pista tuvieran lugar, como ya he dicho, entre compañeros de garaje. Daba la impresión de que había tanta desigualdad entre equipos que a fin de cuentas los pilotos solo podían medirse contra aquellos que llevaban su mismo coche. Al menos es lo que me pareció a mi. Los Mercedes reafirmaron su posición en el Mundial demostrando una superioridad abrumadora para el resto, incluso con un Safety Car que los agrupó a todos a tan solo once vueltas de la bandera de cuadros. Hamilton y Rosberg cruzaron la línea de meta a un segundo el uno del otro, pero a 24 segundos de Sergio Pérez, que consiguió llevar su Force India hasta el tercer escalón del podio de Sakhir.

Pero ahora voy más allá de lo que se vivió en el asfalto para introducirme de lleno en el garaje de la mítica Ferrari. Los monoplazas rojos sufrieron lo insufrible para mantener o ganar posiciones en pista, algo que apenas consiguieron en ambos casos. Era obvio que eso a su presidente le escocía, y mucho. Después de solo cinco vueltas su cara ya era algo más que un poema, y aún faltaban 52 por completarse. Aquello era como una reunión de pastores, con Luca Di Montezemolo, Piero Ferrari, Emilio Botín y Maurizio Arrivabene, entre otros. Todos presenciaban a través de las pantallas la agonía que estaban protagonizando Fernando Alonso y Kimi Räikkönen en pista. Un espectáculo un tanto bochornoso ante el que casi todos ellos aguantaron el tipo. Casi todos porque solo uno decidió agachar las orejas y marcharse por la puerta de atrás cuando aún quedaban once vueltas para la bandera de cuadros, sin hacer ruido e intentando pasar desapercibido, con el rabo entre las piernas. Precisamente la persona que debería haber aguantado ahí hasta el final fue la que pensó que seguir allí un minuto más no tenía ningún sentido, debido al gran sufrimiento que le causaba ver a sus coches luchando apenas por puntuar, como el mismo ha reconocido. El gran Luca Cordero Di Montezemolo decidió abandonar el circuito de Sakhir como un cobarde en lugar de afrontar los hechos y hacer lo que fuera necesario tras la carrera, en privado, solos el y su equipo. Una muestra más de lo poco que hace este personaje por la Scuderia. Lamentable fue la actuación de los dos monoplazas de Ferrari durante la carrera, pero aún más lamentable fue la actuación de alguien que debía haber estado a la altura de las circunstancias y no lo hizo, no quiso hacerlo, su admirado presidente. No entiendo como este hombre puede seguir ejerciendo su cargo después de mostrar tal falta de respeto hacía todos sus empleados, toda su gente, su "familia", como ha afirmado anteriormente en varias ocasiones.

Estoy de acuerdo en que el Gran Premio de Bahrain fue más entretenido que los anteriores, aunque tampoco hacía falta mucho para lograrlo. Pero la impresión que yo tengo realmente es que ha habido tan poca acción y emoción en pista en los dos primeros Grandes Premios del mundial que al vivir una carrera como la del pasado Domingo los aficionados lo han maximizado, exagerándolo hasta el punto de decir que había sido la mejor carrera de los últimos años. Yo personalmente no coincido para nada. Ojalá sea verdad y vuelva a vivirse algo parecido en China dentro de apenas dos semanas, pero mi humilde opinión es que lo que vimos en Sakhir no fue más que otro desafortunado espejismo en el desierto.


Eder Vega
Formula Paddock
08/04/2014

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