Hoy me siento de nuevo ante la pantalla de mi ordenador, esta ventana digital hacia el que viene siendo mi confesionario habitual de los martes, para traer un artículo de esos que pueden arrastrar polémica y discordia. Uno de esos que pueden hacer que te critiquen duramente o que, por el contrario, te alaben por el contenido de las líneas escritas. Uno de esos que, hablando en plata, pueden levantar ampollas. Pero mi intención no es esa en absoluto, nada más lejos de la realidad. Es algo inherente al tema que voy a tratar, algo que brota automáticamente sin necesidad de encender la mecha. Es, para entendernos, como una especie de combustión espontánea. Me refiero al culebrón de moda entre los aficionados a la Formula 1, la historia de Fernando Alonso y su arriesgada aventura en Mclaren Honda contra la nueva y prometedora etapa de Sebastian Vettel en la mítica Scuderia Ferrari. Cada una situada en una esquina del cuadrilátero, cara a cara. Y empieza el combate.
El pasado domingo fuimos testigos de la primera victoria de Sebastian Vettel vestido de rojo, algo que el propio piloto alemán reconoció ser un sueño hecho realidad, en su segunda carrera al volante de un monoplaza del equipo de Maranello. Desde luego era un momento histórico. Se podía apreciar la euforia en las palabras del germano a través de la radio tras cruzar la bandera de cuadros, palabras que lanzaba en italiano casi como si fuera su idioma natal. Porque así es como se siente el en Ferrari, como en casa. Volvíamos a ver el famoso "frigodedo" señalando al cielo para festejar la hazaña después de 20 carreras. La última victoria de Sebastian Vettel tuvo lugar en Brasil allá por el año 2013, el último Gran Premio de aquella temporada en la que arrasó. El año de su último título mundial hasta el momento. Volvía a sonar el himno alemán acompañado del italiano en el podio, algo que los más nostálgicos y fieles seguidores del equipo transalpino disfrutarían de una manera un tanto diferente, de una forma especial. Seguro que mi compañero Iker lo saboreó dulcemente como el gran tifosi confeso que es. Amigo, enhorabuena. Pero en ese momento también se iniciaba un fuego que aún hoy es muy difícil de apagar. Lo que pase de aquí en adelante durante el campeonato podría avivar las calurosas llamas o finalmente reducirlo a humeantes cenizas. Solo el tiempo lo dirá.
Desde entonces se ha iniciado un intenso debate en las redes sociales acerca de la decisión de Fernando Alonso de abandonar Ferrari, considerándola totalmente errónea una vez que se ha podido comprobar el nivel al que están los transalpinos tras las dos primeras carreras de la temporada, para irse a un proyecto tan dudoso, una vez visto el pobre rendimiento mostrado en pista, como el del mítico binomio McLaren Honda. Estas son algunas de las conclusiones que se han sacado en los últimos días y con las que yo, honestamente, no estoy de acuerdo. Se han hecho muchas afirmaciones y muy diferentes entre ellas. Para todos los gustos y de todos los colores imaginables. Cada cual es libre de pensar lo que quiera y, obviamente, de expresarlo, pero creo que siempre hay que razonar lo que se dice y no cegarse si no se tiene razón, estar abierto a escuchar los argumentos de los demás y, si es el caso, asumir la realidad. No queda otra. En las siguientes líneas trataré de explicar de la mejor manera posible lo que yo pienso respecto a todo este tema tan de actualidad a día de hoy, y estaré encantando de debatir con los que estéis leyendo esto si os animáis a dejar algún comentario al final de este artículo.
Durante los últimos cinco años en mi entorno se me reconocía facilmente, incluso de lejos, porque a menudo vestía alguna prenda de color rojo luciendo el escudo del Cavallino Rampante. Todos asumían que era un fanático de la mítica escudería italiana. El rojo predominaba mirasen por donde mirasen. Pero estaban cometiendo un error y yo siempre les corregía, aunque era un error más que comprensible. El caso es que yo no soy seguidor de ningún equipo en concreto, nunca lo he sido. Por lo que yo me inclino es por seguir al piloto, y hay dos en la parrilla actual de los que realmente me considero un fanático. El primero, y obviamente el más especial, es Fernando Alonso. El otro, y aunque pueda parecer extraño tras lo sucedido aquella polémica temporada 2007, es Lewis Hamilton. Ese es el motivo por el que habitualmente vestía de rojo, porque era el color que lucía Fernando Alonso, al que el asturiano representaba. Ahora eso ha cambiado, el bicampeón viste de blanco y, en consecuencia, yo también. El Rosso Corsa pasó a mejor vida para mi. Y si en un futuro Fernando Alonso vistiera de azul, verde o amarillo, yo haría como el y luciría los colores azul, verde o amarillo, el que tocase. El pasado domingo tras la bandera de cuadros por una parte me alegré de que Ferrari volviera a estar arriba, siempre ha sido ese equipo mítico del que oyes hablar desde muy pequeño y, en cierto modo, todos somos un poquito de Ferrari. Sebastian Vettel no es santo de mi devoción, lo admito, pero tampoco me importaba verlo en lo más alto del podio rompiendo la hegemonía que han impuesto los Mercedes. Aunque reconozco que, por otra parte, me dolía el hecho de que Fernando no se hubiera quedado un año más con los de Maranello para ver lo que podría haber sido, mientras el asturiano tenía que retirarse prematuramente y aparcaba su monoplaza en el garaje sin poder terminar la carrera. Una lástima, si, pero es lo que hay, y he de decir que mis esperanzas continúan intactas y sigo teniendo total confianza en el proyecto que Mclaren y Honda tienen entre manos. Ferrari ha mejorado mucho este año, eso es innegable, pero lo han hecho respecto a ellos mismos. No han mejorado tanto si los comparamos con el equipo a batir en este momento, Mercedes. También hay que decir que era realmente difícil empeorar lo que tenían el año pasado. La victoria en Malasia fue una victoria merecida y trabajada desde el muro italiano, desde luego, pero también fue fruto de una estrategia desastrosa y, tal vez, un exceso de confianza de los de Brackley. Lo que yo creo, y esta es una conclusión a la que llegué tras el primer Gran Premio del año en Australia, es que Ferrari este año podría hacer algo parecido a lo que consiguió Red Bull el año pasado, es decir, ser el único equipo que consiga arrebatarle un par de victorias a las flechas de plata. Un par de ellas, no muchas más. Por otro lado, el equipo Mclaren demostró haber dado un gran paso adelante respecto a la primera carrera en Melbourne. En el momento en el que el piloto asturiano tuvo que retirarse se encontraba en posicion de puntuar y tanto el como Jenson Button rodaban en la misma vuelta que los primeros clasificados, mientras que en Australia recordemos que Button terminó la carrera dos vueltas por detrás de los líderes de la misma. Creo que el dúo que forman los británicos y los japoneses tiene potencial más que suficiente, es tan solo una cuestión de tiempo.
Se ha comparado mucho el monoplaza de Ferrari del año pasado, el F14-T, con el actual diseño de James Allison, el SF15-T. Desde mi punto de vista esa comparación no sirve absolutamente para nada, ya que los dos coches no tienen nada que ver entre si excepto el color de la carrocería. No es comparable la actuación del tetracampeón alemán en este inicio de año con los resultados obtenidos por Fernando Alonso en 2014. Se están diciendo muchas barbaridades en torno a este tema, y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Eso es lo único que se me ocurre y que puedo decir al respecto. Me gustaría matizar un detalle, y es que Sebastian Vettel ha participado más bien poco en la concepción y desarrollo de esa nueva máquina que conduce este año, sino que es el fruto del trabajo de muchísima gente durante la pasada temporada, entre ellos Fernando Alonso y Pedro de la Rosa. Ahora desde la propia Scuderia menosprecian al piloto asturiano. Si, lanzan golpes bajos contra ese piloto que, sin ir más lejos, les ha salvado de hacer el mayor de los ridículos desde que se incorporará a sus filas allá por el 2010, algo que a mi al menos me parece totalmente incomprensible. Tan incomprensible como el hecho de que alguien no reconozca que de no ser por el asturiano Ferrari hubiera estado muy por debajo de donde ha estado. Recordemos las temporadas 2011 y 2014, por poner algunos ejemplos. Llegados a este punto, lo único que realmente podemos hacer es esperar. Esperar y ver qué nos depara esta nueva temporada que a priori promete ser divertida por muchos motivos.
Mi intención al escribir este artículo era la de ser sincero y totalmente imparcial, y os prometo que así ha sido. Ya os he comentado que Fernando Alonso es el piloto al que sigo y admiro, aunque no es el único, pero ello no implica que no vea más allá. Lo que he escrito hoy aquí es lo que realmente creo y los números están ahí para demostrarlo. No espero que todo el mundo esté de acuerdo conmigo porque obviamente es imposible, y como ya he mencionado anteriormente estaré encantando de comentar lo que queráis si decidís escribir algo en respuesta a este artículo. Os animo amablemente a que lo hagáis. Un martes más, muchísimas gracias a todos por leerme.
Eder Vega
Formula Paddock
31/03/2015