martes, 17 de marzo de 2015

HASTA LA VISTA, BABY F1


Siempre me ha parecido curiosa la relatividad del tiempo en función de lo que uno esté haciendo. Lo increíblemente rápido que transcurre en unas ocasiones y la lentitud abrumadora con la que lo hace en otras. Algo así como comparar un Mercedes con un McLaren a día de hoy. Allá por el 23 de Noviembre del 2014 finalizaba un mundial de Formula 1 en líneas generales aburrido, tras el cual se avecinaban nada más y nada menos que 109 días hasta que la nueva temporada comenzase. Van pasando los días mientras vas sumando una muesca más en el calendario, pero parece que nunca va a llegar el momento. De repente un día te despiertas, vuelves a mirar el calendario y te das cuenta de que ese momento ya ha llegado, vuelve la Formula 1. Es entonces cuando reflexionas y te percatas de que en realidad no ha pasado tanto tiempo. Es más, tienes la sensación de que Lewis Hamilton ganó su segundo título sobre el asfalto de Yas Marina hace apenas un par de días. La relatividad del tiempo, en fin.

Esos 109 días ya han quedado atrás, afortunadamente, y aún seguimos con la resaca de lo que nos deparó la extraña carrera, por decir algo, del pasado domingo en Melbourne, la carrera inaugural de la temporada 2015 de Formula 1. Y digo extraña por varios motivos que seguramente todos los que estéis leyendo estas lineas en este momento os podréis imaginar. El reducido número de pilotos que comenzaron la carrera. El aún más reducido número de pilotos que consiguieron cruzar la bandera de cuadros con sus monoplazas. El hecho de que un bicampeón como Fernando Alonso no estuviera en pista. Una serie de circunstancias que hicieron de la carrera en Australia un evento en cierta manera divertido, si, pero muy poco habitual y un tanto extraño, como ya he mencionado anteriormente. Tan solo once coches consiguieron terminar las 58 vueltas de las que constaba el Gran Premio de las antípodas. Los Manor estaban allí, aunque no participaron en ningún momento. A última hora se anunció que Valtteri Bottas no disputaría la carrera debido a sus dolores de espalda. Kevin Magnussen y Daniil Kvyat se quedaron fuera de combate incluso antes de la vuelta de formación. Un cúmulo de despropósitos que iban dejando el asfalto cada vez más huérfano. Parecía una carrera de resistencia, por eliminación, por descartes. Al grito de "¡Mariquita el último!" los pilotos iban desfilando al ritmo que marcaba Lewis Hamilton, que se paseaba por Albert Park en primera posición. Tengo que rectificar esto último que he dicho porque es una mentira como una catedral, puesto que ya les gustaría al resto de equipos poder bailar al ritmo que marcan los Mercedes. Que ni de lejos, vamos.

No solo podríamos decir que los de Brackley han comenzado este año como finalizaron el anterior, sino que como bien dijo Pedro de la Rosa en su momento podemos asegurar que han empezado la temporada 2015 de la misma manera en la que lo hicieron en 2014. Es decir, sacándole los colores al resto. El año pasado el gran circo vivió uno de sus mayores cambios de los últimos años reemplazando los motores V8 por los V6T híbridos, y en cierto modo podía entenderse una superioridad como la que había conseguido Mercedes. Lo triste es que un año después, sin ningún cambio realmente significativo en la normativa en ese aspecto y habiendo tenido todos los equipos la posibilidad de desarrollar los motores durante el invierno, las flechas de plata siguen manteniendo su dominio con comodidad y pudiendo mirar a los demás por encima del hombro, y con razón.

A raíz de esa superioridad tan aplastante ha habido otro equipo que recientemente ha puesto el grito en el cielo, por enésima vez, pidiendo que haya cambios de inmediato y amenazando con abandonar la categoría en caso de que no los hubiera. Si, habéis acertado, estoy hablando de Red Bull. El intimidante Helmut Marko, asesor del equipo austriaco, ha sido quien ha mostrado su carta de intenciones en caso de que la F1 no adquiera otro rumbo. El director de la escudería, Christian Horner, ha salido al paso también afirmando que cuando ellos ganaban, incluso sin hacerlo con tanto margen respecto al resto de monoplazas de la parrilla, se modificaban, limitaban o prohibían ciertos puntos del reglamento en contra de los de la bebida energética con la única intención de ponerles piedras en el camino. Admito que al británico no le falta razón, pero esto viene siendo lo que coloquialmente se conoce como una pataleta. Otra de tantas, y digo esto porque no es la primera vez que Red Bull amenaza con abandonar el barco si no se modifica la normativa desde que se terminó su enorme racha de triunfos y champan. Aquellos gloriosos cuatro años (2010-2011-2012-2013) en los que lo ganaron todo. La excusa oficial y mas recurrida para exigir esos cambios es casi siempre "el bien de la F1", pero esas palabras tienen un trasfondo que en realidad significa "el bien de mi equipo, y punto". Pero este tipo de amenazas tampoco son nada nuevo en la farándula de la categoría reina, ni mucho menos.

El equipo del Cavallino Rampante, la mítica Scuderia Ferrari, también ha sido protagonista de este tipo de culebrones en alguna ocasión. De hecho, en 2009 incluso se llegó a plantear un campeonato paralelo a la Formula 1, la gran criatura de Bernie Ecclestone. Pero la sombra del octogenario es más bien larga y estas amenazas siempre se han quedado en palabras que se ha llevado el viento, en agua de borrajas, en vanos intentos de forzar algo que finalmente no se consigue. Yo creo que a veces ni siquiera se aspira a conseguir nada en realidad, que son conscientes de que tarde o temprano sus deseos caerán en saco roto, porque como ya he dicho se trata básicamente de pataletas, de berrinches provocados por quitarle a un niño ese juguete nuevo con el que tanto se estaba divirtiendo. Porque llegados a este punto, y puestos a recapitular, ¿Alguna vez algún equipo al que no se le considere ganador ha amenazado con dejar la máxima disciplina del automovilismo? Que yo recuerde, no.


Eder Vega
Formula Paddock
17/03/2015

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